Carisma: fuerza y vitalidad al servicio de la Iglesia.
El motor de la vida de nuestra Madre Margarita fue el amor personal y total a Cristo Nuestro Señor, fuente y raíz de la heroicidad y fecundidad de su vida.
Reflexiones acerca de la Espiritualidad y el Carisma.
“Lo que tenemos entre manos es más que un simple tema. Es una realidad viva, preciosa, frágil. Es una gracia que el Espíritu Santo suscita y alimenta. Y es a la vez la propia vida con sus experiencias y proyectos”
El Carisma es una realidad de consagración y de misión, con su responsabilidad personal y colectiva, con su dimensión de interioridad y de servicio. En definitiva, se trata de una vida espiritual, de un organismo vivo, animado por el Espíritu Santo. Desde esta luz del don y de la respuesta se explica el sentido y el alcance del carisma.
Los carismas históricos de la vida consagrada son dones y gracias del Espíritu para la misión universal de la iglesia. Es el Evangelio desplegado a través de los tiempos con sus palabras vivas que son los diversos carismas del Espíritu que dicen siempre Cristo al mundo con diversas modalidades y en una recíproca complementariedad. Decreto Perfectae Caritatis.
El Carisma es criterio seguro de renovación espiritual, fruto del Espíritu que siempre actúa en la iglesia. E. T. Pablo VI
Lo específico del carisma es:
- Un estilo especifico de santificación y de apostolado;
- Una determinada tradición espiritual que se va convirtiendo en patrimonio de la familia
- Una identidad que hay que salvaguardar; hay que favorecer si inserción en la Iglesia universal y en las Iglesias locales que no sea vaga o ambigua, para no privar a la Iglesia del don del Espíritu.
Elementos dinámicos del carisma y de su espiritualidad son:
- Una cierta carga de genuina novedad en la vida espiritual, de animosa creatividad en apostolado, a veces incomprendida y hasta conflictiva, en medio del ambiente;
- Una fuerte experiencia espiritual: fidelidad al Señor y docilidad a su Espíritu;
- Una gran capacidad de discernimiento: atención a las necesidades, a las circunstancias, a los signos de los tiempos;
- Un exquisito sentido de comunicación eclesial con el Papa y los Pastores de la Iglesia que se traduce en inserción activa y subordinación jerárquica;
- Una caracterizadora dimensión apostólica y misionera: audacia en las iniciativas, constancia en el trabajo, humildad en los contratiempos, dimensión pascual del carisma por una necesaria experiencia de muerte y de resurrección.
Todo ello conlleva una responsabilidad personal y colectiva para insertar armónicamente los propios carismas y cualidades personales para enriquecer, desarrollar y rejuvenecer constantemente el don del Espíritu, con grande cohesión comunitaria, bajo el discernimiento de la autoridad y en obediencia a ella.
Es de la esencia del carisma su proyección hacia el futuro, su dependencia del Espíritu, su necesaria comunión con la Iglesia. Iglesia en camino, Iglesia bajo el poder del Espíritu. El dinamismo católico es precisamente la capacidad que cada Instituto tiene de caminar con toda la Iglesia, con todo lo que es la Iglesia: doctrina, vida, comunión, misión, universidad. De aquí la atenta y vigilante actitud de comunión con la Iglesia y de camino con ella, de constante rejuvenecimiento bajo la acción del Espíritu para que la semilla dé todo el fruto, para que crezca en extensión, en profundidad, en dinamismo de servicio.
Estas reflexiones nos invitan a valorar el carisma y a realizarlo desde su más genuina esencia que es la de la espiritualidad. Espiritualidad que es palabra en aquel Espíritu que aparece un tanto escondido e impersonal, pero del que hay que desvelar el misterio. Ya la experiencia del carisma en su nacer y desarrollarse lleva el sello del Espíritu!. Lo lleva la gracia de la llamada para vivir de ese carisma en comunión con el Fundador y la familia del Fundador. Lo autentifica el Espíritu al ayudar a realizar un verdadero patrimonio espiritual de la familia. Lo mantiene en la comunión y lo dinamiza en la misión eclesial. La memoria del carisma, la fuerza de su vitalidad, la riqueza de una espiritualidad propia o de una espiritualidad sobre la cual el carisma proyecta una luz meridiana capaz de hacer brillar como perlas todos los elementos en una nueva síntesis, son motivos de gratitud y son también compromisos de fidelidad a algo que misteriosamente ha nacido del Espíritu y está encomendado a su dinamismo y a nuestra fidelidad.
Objetivo general
Proyectar la vitalidad del Carisma para que, como hijas de Dios y hermanas las unas de las otras, nos sintamos responsables de prolongar en el tiempo el legado que la Congregación ha recibido del Espíritu Santo a través de Madre Margarita para la evangelización de los pobres y el servicio a los sacerdotes.
Objetivos específicos
- Vigorizar la espiritualidad y el Carisma fundacional
- Recuperar el encanto de la fe y de la vocación
- Asegurar el futuro de la Congregación y la Congregación del futuro
- Perpetuar en el tiempo el Carisma congregacional, según los signos de los tiempos
- Desarrollar el carisma personal, en comunión con el Carisma fundacional
- Vivir en fidelidad creativa y dinámica la gracia del Carisma
- Vivir el Carisma como medio de santificación y apostolado
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