La vida de la señorita Margarita Fonseca Silvestre, nacida en Santafé Bogotá el 2 de mayo de 1884 y fallece el 6 de enero de 1945 en la Casa Madre de la Congregación “Siervas de la Sagrada Familia”, hoy “Siervas de Cristo Sacerdote” se conoce en la sociedad a través de su obra: la Fundación de la Congregación consagrada al servicio de las mujeres más pobres y necesitadas de la sociedad; y, al interior de su Comunidad, Siervas de Cristo Sacerdote, a través de su abundante epistolario y de los textos literarios: piezas dramáticas, poesías, villancicos y versos al Niño Dios.
Durante los primeros 10 años de existencia entre 1918 – 1928, el Espíritu Santo va haciendo su obra; se afianza la confianza sin límites en la Divina Providencia, la alegría se mantiene a la luz de la esperanza, la caridad hace amar la dureza de la vida, el vencimiento propio nace y desemboca en la humildad, el respeto, el trabajo heroico y la vida de fe.
Sus primeras y fieles compañeras Madre Manuela Montoya Lorenzana, bogotana, de familia aristocrática y Madre Margarita Arozemena, panameña, hermana del Señor Presidente de ese País, son sus discípulas. Comparten con ella su aventura de entrega y amor y van consolidando el espíritu propio que las lleva al reconocimiento de la Iglesia el 24 de mayo de 1928. El Excelentísimo Señor Ismael Perdomo, Arzobispo de Bogotá, declarada canónicamente erigida la Congregación Siervas de la Sagrada Familia hoy Siervas de Cristo Sacerdote.
Vida Evangélica Consagrada al bien Social
Son los sucesos patrios los que van a marcar definitivamente la misión de Margarita llega la guerra de los mil días.
¿Qué queda? Tremenda orfandad, extrema miseria moral y física, MARGARITA SE DECIDE A DAR TECHO, PAN Y ENSEÑANZA A LAS MUJERES Y NIÑAS EN FORMA PERMANENTE.
El mismo día de su muerte un vespertino bogotano la llamó “ilustre benefactora de la humanidad”. Y cada uno expresó su sentir en frases muy dicientes: “con una dulzura y caridad verdaderamente sobrenaturales, logró atraer a las desheredadas de la fortuna”; “una vida puesta al servicio de la caridad y de la bondad”; “consagró su fecunda existencia a servir a las clases desvalidas y menesterosas”; “no hay en toda su labor humilde y tesonera ni vanidad, ni tiempo sobrante, ni mucho menos deseo de ser admirada.”
Otros “hacerse pobre con los pobres para llevar los pobres a Cristo”; “manos de mujer; de mujer llena de amor y de misericordia; dedicó su vida al servicio de la humanidad, con una abnegación que no tiene ejemplo anterior en Bogotá; con justicia se le llamó santa y como santa seguirá viviendo en el recuerdo.”